sábado, 8 de agosto de 2009

Winston Churchill (parte 3)

"La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor."

"La suerte es el cuidado de los detalles."


El 1 de septiembre de 1939 el ejército nazi entró en Polonia; dos días después, Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania y Churchill fue llamado a desempeñar su antiguo cargo en el Almirantazgo. La nación estaba mal preparada para la guerra, tanto material como psicológicamente. Por eso, cuando fue nombrado primer ministro el 10 de mayo de 1940, Churchill pronunció una conmovedora arenga en la que afirmó no poder ofrecer más que "sangre, sudor y lágrimas" a sus conciudadanos.

El pueblo británico aceptó el reto y convirtió tan terrible frase en un verdadero lema popular durante seis años; su contribución a la victoria iba a ser decisiva. Churchill consiguió mantener la moral en el interior y en el exterior mediante sus discursos, ejerciendo una influencia casi hipnótica en todos los británicos.

El día de la victoria aliada, se dirigió de nuevo al Parlamento y al entrar fue objeto de la más tumultuosa ovación que registra la historia de la asamblea. Los diputados olvidaron todas las formalidades rituales y se subieron a los escaños, gritando y sacudiendo periódicos. Churchill permaneció en pie a la cabecera del banco ministerial, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y sus manos se aferraban temblorosas a su sombrero.
__

No hay comentarios:

Publicar un comentario