sábado, 17 de julio de 2010

El optimismo, el gran motivador

Una actitud optimista implica tener una fuerte expectativa de que, en general, las cosas irán bien a pesar de los contratiempos. Es una disposición que impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. El optimismo -siempre y cuando se trate de un optimismo realista- tiene sus beneficios.

Podemos definir el optimismo en función de la forma en que la gente se explica a sí misma sus éxitos y sus fracasos. Los optimistas consideran que los fracasos se deben a algo que puede ser cambiado. De este forma, en la siguiente ocasión en que afronten una situación parecida pueden llegar a triunfar. Los contratiempos no son irremediables y pueden ser transformados.

Los pesimistas, por el contrario, se echan las culpas de sus fracasos, atribuyéndolos a alguna característica estable que se ven incapaces de modificar. No hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor la próxima vez y, en consecuencia, no hacen nada por cambiar el problema.

El optimismo es un buen predictor del éxito. Las personas que se sienten eficaces se recuperan pronto de los fracasos y no se preocupan por el hecho de que las cosas puedan salir mal, sino que se aproximan a ellas buscando el modo de manejarlas.

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