Mark Twain dijo en una ocasión que un buen halago le duraba sesenta días.
El poder de un halago sincero es inmenso. No existe nada que haga sentir más especiales a las personas que el hecho de que adviertan y aprecien sus mejores virtudes.
Recuerda que cada persona quiere estar rodeada de gente que la haga sentir especial, no de personas que sean especiales. Asume la responsabilidad de ayudar a las personas que conversan contigo a sentirse como si fueran las únicas en toda la sala.
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