
- Tienen confianza en sí mismas. No necesitan aferrarse a ninguna persona, creencia o institución para liberarse de la inseguridad y el miedo.
- Son auténticas. Viven de acuerdo con sus valores esenciales. Son honestas consigo mismas y con los demás.
La ausencia de autoestima provoca que, al compararnos con otras personas, sintamos envidia por creer que los demás poseen algo especial que a nosotros nos falta. Esta carencia nos hace caer en el error de buscar en otros el reconocimiento y la aceptación que no nos damos a nosotros mismos. La paradoja es que se trata precisamente de hacer lo contrario. Sólo nosotros podemos nutrirnos con aquello que verdaderamente necesitamos.
Es fácil tener autoestima alta si sabes que dispones de una pócima mágica... pero eso no siempre es tangible (aunque sí lo sea para los pobres romanos que sufren los mamporros de Astérix...)
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