El veneno de la desesperanza lo inoculan personas con actitud muy negativa y que sienten satisfacción cuando los demás ven las cosas de la misma forma que ellos.
Disfrutan minusvalorando los éxitos y los logros de otros. Llaman
utopías a los sueños y gustan de hablar sólo de lo que está mal. Y lo hacen de una forma que lleva a otros a pensar que lo que está mal sólo puede llegar a estar peor.
Los inoculadores de desesperanza son agujeros negros que aspiran la energía de quienes tienen a su alrededor, dejándolos exhaustos y deprimidos. Junto a ellos no puede haber vitalidad ni alegría.
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